Sarampión

 

Sarampión

El sarampión es una infección respiratoria sumamente contagiosa que está provocada por un virus.


¿Cuáles son los síntomas?
Los síntomas del sarampión suelen durar aproximadamente dos semanas. Es una enfermedad sumamente contagiosa y el 90% de las personas que no se han vacunado contra el sarampión contraerán esta enfermedad si viven en la misma casa que una persona infectada.


Aunque el sarampión es más conocido por la erupción que provoca, los primeros síntomas de la infección suelen ser: tos seca, secreción nasal, fiebre alta y ojos rojos y llorosos. Otro signo característico del sarampión son las llamadas manchas de Koplik, unas pequeñas manchas de color rojo con la parte central de color blanco o azulado que aparecen en el interior de la boca.


La erupción del sarampión tiene típicamente un aspecto parchado y es de color rojo o rojizo; suele aparecer primero en la frente, extendiéndose posteriormente hacia abajo por toda la cara, el cuello y luego el resto del cuerpo hasta los pies. El sarampión es sumamente contagioso. Cuando alguien con sarampión estornuda o tose puede diseminar por el aire gotitas con el virus e infectar a otras personas.
Generalmente los casos ocurren en lugares donde se concentran muchos niños, algunos de los cuales no están vacunados o en quienes se ha reducido la inmunidad a la enfermedad desde que se vacunaron. En los útlimos años, el sarampión está infectando a los adolescentes y a los adultos porque ya no está protegidos por la vacuna que se les aplicó en la infancia.

¿Cómo puedo evitar el Sarampión?


Generalmente los lactantes están protegidos del sarampión durante los primeros seis a ocho meses de vida debido a la inmunidad que les transmiten sus madres. Lo más importante que puede hacer para proteger a su hijo o a sí mismo del sarampión es vacunarse. La mayoría de los niños reciben la vacuna del sarampión como parte de la vacuna triple vírica, que protege contra el sarampión, las paperas y la rubéola.


Actualmente se recomienda que los adolescentes y los adultos reciban un refuerzo de vacuna contra el sarampión.

Tratamiento


Si a su hijo le han diagnosticado sarampión, es importante que le controle atentamente la fiebre y otros síntomas para detectar posibles complicaciones. En algunos casos el sarampión puede provocar otros problemas de salud, como la bronquitis, la neumonía, la conjuntivitis, la miocarditis y la encefalitis. Asimismo el sarampión puede hacer que el cuerpo sea más proclive a contraer infecciones de oído y a otros problemas de salud provocados por bacterias.


Si su hijo se encuentra mal debido a la fiebre, le puede administrar un fármaco antipirético (para bajar la fiebre), como el paracetamol. Recuerde que nunca se deben administrar fármacos que contengan ácido acetilsalicilico(como la aspirina) a un niño que tenga una enfermedad de origen vírico, puesto que su uso en tales circunstancias se ha relacionado con el desarrollo de una enfermedad grave conocida como síndrome de Reye.


Como en cualquier infección vírica, insista a su hijo en beber abundante líquido: agua, jugo de frutas, té y agua de frutas. Así le ayudará a reponer los líquidos corporales que perderá a través del sudor en los episodios de fiebre.


Utilice un humidificador de vapor frío para mitigar la tos y suavizar las vías respiratorias. Limpie diariamente el humidificador para impedir que se forme moho. Evite los humidificadores de vapor caliente, que pueden provocar quemaduras accidentales en los niños.


Los niños con sarampión deben guardar reposo para recuperarse. Suele ser seguro que los niños vuelvan a ir al colegio cuando hayan transcurrido entre siete y 10 días desde la remisión de la fiebre y la erupción. Pero, para estar seguro, pregúnteselo al pediatra de su hijo.

 

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